Tallín, La joya mediaval del Báltico (Estonia)

jueves, 4 de marzo de 2010

Conocida sólo de oídas (bien por que suena a tallarín o por que su nombre se parece a Turín), Tallín es uno de los tesoros mejor guardados de Europa. Capital de Estonia, esta ciudad cambia las perspectivas del turismo más tradicional. Aunque la belleza de sus calles medievales, el estilo art noveau en sus fachadas, el empedrado de sus calles repletas de cafés; (que nada tienen que envidiar a los de París) hacen pensar en volver. La recomendación es ir en Abril-Mayo, son meses donde el frío no aprieta pero la densidad de turistas es menor.

La plaza Raekoja es el núcleo central del casco antiguo y sus arterias desparraman un espíritu vibrante y festivo. Es una de aquellas plazas que a primera vista parece no ser de verdad sino un mero decorado de fachadas medievales y barrocas que mañana moverán de sitio porque el turista ya se ha ido. Sin embargo, en ese halo de “falsa” belleza se respira la autenticidad de siglos como pocas plazas son capaces de transmitir. Allí está, majestuoso, el edificio del Ayuntamiento de Tallín, junto con varios cafés, restaurantes, y la farmacia más antigua de Europa. Cerca está el pasaje de Santa Katarina un callejón muy peculiar, con establecimientos de artesanos. La Iglesia de San Olav es la que corona la ciudadela; en su tiempo el campanario fue la torre más alta de Europa, pero los sucesivos rayos que les ha caído han minimizado su altura.

Da gusto pasearse sin rumbo por el casco antiguo de la capital de Estonia, por Toompea (la colina) desde donde se tienen vistas excelentes de la ciudad y por sus jardines, callejuelas y torres de la fortificación medieval. Además en esta colina se situa la potentosa Catedral Ortodoxa de Alexandre Nevski.

Fuera de la ciudadela medieval (vannalin), se encuentra el puerto, desde donde salen ferrys con destino a ciudades como Estocolmo o Helsinki. Es común hacer viajes de un dia en dichos ferrys: si eres estudiante y compras el billete con antelación puede salirte la ida y vuelta por 7 euros (a mí me salió así). También puede visitarse el Palacio de Kadriog o el Museo de Arte Nacional.

Tallín es, personalmente, una de las ciudades con más encanto que he visitado. Pasé una semana allí y me quedé con ganas de más. También visité Tartu, la ciudad universitaria de Estonia, que ya describiré en otro momento. Lo bueno de visitar una ciudad tan desconocida y con tanta belleza es que evitamos la masificación de turistas (aunque los hay) y se puede disfrutar la magia de la ciudad, de su dia a dia y de su ambiente.

Publicado por Alberto Gomez Reina

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