Sintra, la parte romántica de Portugal

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Sintra ha sido testigo de prácticamente todas las épocas de la historia portuguesa. Y va más allá, porque en Sintra se han encontrado vestigios de la historia de la Humanidad.

Desde el Paleolítico y Neolítico a la Edad de Bronce y del Hierro, pasando por el Periodo Romano , posteriormente el dominio musulmán, desde la fundación de Portugal (el 9 de enero de 1154, D. Afonso Henriques otorga la Carta de Foral a la Villa de Sintra) a los Descubrimientos. Sintra, que sobrevivió al Terremoto de 1755, tiene su período dorado entre finales del siglo XVIII y todo el siglo XIX.

En aquel momento comienza el redescubrimiento de la magia de Sintra, cuya forma medieval más antigua conocida "Suntria" apunta al indoeuropeo “astro luminoso” o “sol”. También fue conocida como Monte Sagrado y Serra da Lua (sierra de la luna).

En el tercer cuarto de siglo XVIII el espíritu romántico de los viajeros extranjeros y de la aristocracia portuguesa ensalza la magia de Sintra y de sus lugares, a lo que contribuye el exotismo de su paisaje y de su clima. A Sintra llega en el verano de 1787 William Beckford , huésped del 5° marqués de Marialva, caballerizo mayor del reino, residente en su propiedad de Seteais. Es en aquel momento cuando la aún princesa D. Carlota Joaquina, esposa del regente D. João, compra, a principios del siglo XIX, la Quinta y el Palácio do Ramalhão. Entre 1791 y 1793 Gerard Devisme construye en su extensa Quinta de Monserrate el palacete neogótico. Es también el exotismo de este paisaje envuelto por la niebla durante buena parte del año, lo que atrae a otro inglés, Francis Cook, el segundo arrendatario de Monserrate después de Beckford y a expensas del cual se construye el pabellón de estilo oriental que hoy conocemos, entre una serie de magnates extranjeros que por allí se van instalando en palacios, palacetes y casas que mandan construir o reconstruyen adaptándose a las posibilidades de tan extraordinario medio natural.

Palácio Nacional da PenaEl apogeo del gran desarrollo del paisaje de Sintra se alcanzó durante el reinado de D. Fernando II de la dinastía de Saxe-Coburgo-Gotha (1836-1885). Muy vinculado a Sintra y a su paisaje, por los que sentía un gran afecto, este rey artista implantaría aquí el Romanticismo de una forma espléndida y única para las regiones mediterráneas. El rey adquirió el Convento da Pena situado sobre una montaña escarpada y lo transformó en un  palacio fabuloso y mágico, dándole la dimensión que sólo un romántico con gran visión artística y sensibilidad estética podía soñar. Éste se anticipa, por así decirlo, al célebre Castillo de Neuchwanstein alzado por Luís II de Baviera. D. Fernando II rodeó además el palacio de un amplio parque romántico con árboles raros y exóticos, decorado con fuentes, regatos de agua y cadenas de lagos, casas, capillas, falsas ruinas, todo ello recorrido por caminos mágicos sin parangón en ningún otro lugar. El rey se dedicó a reforestar los bosques de la Serra de Sintra donde plantó miles de árboles, principalmente robles y pinos piñoneros indígenas, cipreses mejicanos, acacias de Australia y otras muchas especies que contribuyen armoniosamente al carácter romántico de la Serra.

Serra de SintraAsí se desarrolló en la Serra de Sintra un paisaje cultural de un valor sobresaliente y singular. Desde un punto de vista más natural, combina ejemplares de la flora mediterránea y septentrional con centenas de flores y árboles exóticos, en un marco de jardines, parques y bosques verdaderamente único.

Entre la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, Sintra se convirtió en un lugar privilegiado para artistas: músicos como Viana da Motta; músicos pintores como Alfredo Keil; pintores como Cristino da Silva (autor de uno de los más conocidos lienzos del romanticismo portugués, Cinco Artistas em Sintra); escritores como Eça de Queiróz o Ramalho Ortigão, todos ellos vivieron, trabajaron o buscaron la inspiración en este lugar.

Muchos otros artistas fueron seducidos por Sintra. Sintra se transformó en arte escrita, pintada, cantada y recordada por Byron, Christian Andersen, Richard Strauss y  William Burnett, entre otros.

Palácio Nacional de SintraLa circunstancia histórica y arquitectónica forjó en Sintra y en su sierra una individualidad única que no se limitó al regio Palácio da Pena, sino que, al contrario, oscilaría entre la teoría y la asunción de la "construcción" de un paisaje romántico, materializándose en arquetipos que desembocarían en el amplio conjunto de la arquitectura historicista que entró aquí en el siglo XX.

“Sintra no es una villa cualquiera”, como escribió en 1989 el historiador del Arte Vítor Serrão, Sintra es Patrimonio Mundial de la Humanidad , es Paisaje Cultural (catalogada por la UNESCO ).

Sintra es un universo paralelo que sólo conocemos por los sueños, pero que existe muy cerca de aquí.
En resumen, Sintra es la verdadera y única capital del Romanticismo. - "Sintra es el único lugar del país donde la Historia se hace jardín. Porque toda su leyenda converge aquí y sus monumentos hablan menos del pasado que de un eterno presente de verdor. El recuerdo de lo que fue incluso tragedia se desvanece por el aire o reverdece en la hiedra de un muro antiguo, En Sintra no se muere - se pasa vivo al otro lado. Porque la muerte es imposible en el vigor de la belleza. El recuerdo de lo que ya ha pasado perdura en ella para colaborar." 'Louvar Amar', Vergílio Ferreira.

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